Walking On The Parade
De escritos, la vida y tener más de 30... La vida es un carnaval.... o eso parecía
viernes, 12 de septiembre de 2014
Sintiendote
A veces, solo imagino tus manos en mi piel
La forma en que me miras
La forma en que me enciendes
No puedo evitar que mis manos toquen mi cuerpo
Imitando cada caricia que me has dado
Tratando de sentir lo mismo
Y evitar extrañarte aún más
A veces, solo puedo soñar
A veces, eso no basta
domingo, 8 de abril de 2012
Se busca un hombre
miércoles, 16 de noviembre de 2011
La Princesa Que Miraba La Luna
JUEVES 7 DE OCTUBRE DE 2010
Este por mucho es mi favorito :)
La Princesa Que Miraba La Luna
Las palabras “Había una vez” no tenían ningún significado para ella, todos los cuentos de hadas las tenían, y cada uno era igual, una princesa que caía en desgracia por una malvada bruja, un hechizo malévolo que gobernaba su vida, un hada madrina, amigos de especies no humanas, un guapo y buen príncipe, y un final feliz.... La princesa que miraba la luna suspiro una vez más, nada de eso ocurría en su mundo, jamás había sido embrujada, la platica más larga con un amigo de especie no humana había sido con su fiel perro, quien al cabo de un rato se quedo dormido, el hada madrina más cercana era su mejor amiga quien siempre la ayudaba cuando la necesitaba. De Príncipes mejor ni hablaba, el único que le había interesado le había roto el corazón de manera tan cruel, que se había jurado a si misma no volver a sentir.
Pensó que los creadores de esas historias eran personas crueles, hacían creer a cualquier niña que los príncipes llegan en caballos blancos, te cargan y te llevan a vivir a su castillo donde viven felices para siempre, sin embargo al crecer se daban cuenta que de aquellos príncipes solo quedaban las páginas... alzó la mirada una vez más, la luna brillaba en su esplendor iluminando la habitación un poco, se levanto de donde estaba y furiosa grito a ella.
-¡Por que nos engañan!-grito furiosa- los príncipes no existen, son simples hombres que pueden romperte el corazón con tan solo desearlo, que juegan con los sentimientos sin importarles cuanto llegues a amarlos-lágrimas recorrían su rostro- los cuentos de hadas no existen... tampoco los finales felices...
La luna miraba atenta a la princesa, el dolor de su corazón no la dejaba ver más allá de su propia amargura, se sintió triste, había conocido tantas princesas que habían gritado de la misma manera, que habían derramado lágrimas de desamor, y también conoció a aquellas que en su desesperación subían a hacerle compañía en la forma de una estrella brillante y hermosa.
Pensó para sí por que el Creador había inventado el amor, veía a todas aquellas personas cada noche, sufrir, llorar y morir por amor que no entendió la razón.
-Amor es el regalo más preciado del Creador- contestó una estrella junto a ella, era hermosa y brillante- Cuando decidí hacerte compañía fue por ese amor que decidí estar aquí, pero al subir y estar frente a Él pregunte lo mismo que tu, me explico que él amor nos hace crecer y madurar, que las personas que pasan por tu vida son la preparación para lo que viene, que si sufrimos y lloramos, pero también, vivimos y aprendemos de nuestros errores y eso hace que al encontrar al amor de tu vida, apliquemos aquellas cosas aprendidas, no cometamos errores pasados y aunque no todo será perfecto, seamos felices porque nuestras decisiones nos llevaron a ese momento.
La Luna observo a la estrella, había llegado hace unos años en una noche triste, le había contado de un gran amor que sintió, y cuando lo perdió no quiso estar más en aquel lugar...
- Esta noche intercedí ante Él por esa princesa que te mira desde su ventana, hoy siente que el dolor es insoportable, pero mañana estará mejor, mirará la vida de otra manera y tendrá la oportunidad que yo misma me quite, conocerá a alguien, amará y se amará a ella misma, cometerá sus errores pero llegara a ese momento perfecto y cuando te miré lo hará con una sonrisa, sabiendo que todo el dolor que pasó fue para llegar ahí, y que las princesas pueden encontrar a sus príncipes... y que después de todo los cuentos de hadas si existen....
Silencio
VIERNES 30 DE OCTUBRE DE 2009
Silencio
Sabía que el día llegaría, no había querido pensar en ello por que aún tenía a esperanza, aún se imaginaba que sería ella la que caminaría a su lado. Pero la vida no es siempre como lo queremos, y aunque sabía que la culpa había sido en parte de ella, no dejaba de doler.
Lo había encontrado una vez mas, y la había tratado como lo habían hecho las ultimas veces que se habían visto, como amigos, aunque sabía que aún había interés en ella, sin embargo las cosas habían sido diferentes, había algo diferente en él que le decía que había algo mas, algo que seguramente no le gustaría.
“Me voy a casar” dijo él sin aviso, sin pensar en nada más, ¿había acaso escuchado correctamente? Por un segundo sentiste que todo había desaparecido y que ya nada tenía sentido, pero sonreíste, la sonrisa más sincera que podías hacer en ese momento, lo felicitaste y le deseaste lo mejor, aún cuando tu mente gritaba que lo abrazaras y le suplicaras que no lo hiciera, que aun lo amabas y que tu felicidad era él, pero no dijiste nada.
Él sonrió agradeciéndote por los buenos deseos y diciendo que en breve la invitación llegaría a tus manos esperando que asistieras al evento, asentiste una vez, aún con la sonrisa en el rostro, ¡Acaso no se daba cuenta! El estruendo de tu corazón haciendo añicos fue tan fuerte que te ensordeció y sin embargo él no lo había escuchado.
Desde que habían terminado, no había dejado de pensar en él, al principio cuando ella le propuso que solo fueran amigos y el se había enojado alegando que eso jamás podría ser, pensaste que un tiempo alejados sería lo mejor para ambos, y al pasar del tiempo cuando volvían a unir caminos y aunque seguían teniendo la misma pelea, quisiste pensar que nada cambiaria, que el seguiría ahí y al final ese sueño que alguna vez habían compartido se podría hacer realidad.
Y ahora ese sueño lo compartiría con alguien más, lo viste a los ojos y viste ese brillo cuando te hablo de su prometida, era el mismo brillo que años atrás te pertenecía y el pecho dolió aún más, pero sonreíste y le deseaste lo mejor y te disculpaste por no poder asistir al gran evento, porque cuando te dijo la fecha, recordaste que tu jefe te iba a mandar de viaje a atender a unos clientes fuera de la ciudad y era imposible cancelar, aún sabiendo que ese día estarías llorando amargamente por lo perdido, por la felicidad que dejaste escapar, por el dolor.
Unas cuantas palabras más y había sido el final de aquella conversación, te abrazo fuertemente y deseaste que no lo hubiera hecho, le deseaste suerte y felicidad, retomaste tu camino, subiste al primer taxi que encontraste y una vez cerrada la puerta y habiendo dado las indicaciones pertinentes al chofer, las lágrimas fueron imposibles de contener, al final te diste cuenta que realmente lo habías perdido y que al final el aplazar las cosas había sido contraproducente.
No le llorarías eternamente, pero por el momento el dolor era tan grande que te permitirías un par de días en aquel horrible estado, después, te levantarías y continuarías con tu vida, teniendo fe y esperanza de que encontrarías la felicidad, alguien a quien a amar y que te ame, que no volverías a cometer aquellos errores, y que al final cuando lo volvieras a ver, sabrías que de aquel amor, solo había quedado el recuerdo.
Pero lo que tu nunca viste es que el brillo de sus ojos no era por su prometida, sino por ti, que en realidad tuvo que contenerse para romper el abrazo, para evitar decirte que aun te amaba, que deseaba que la que caminara por el pasillo de aquella iglesia fueras tu, que la que debería ser feliz con él deberías ser tu y que podría dar cualquier cosa por que volvieras a él, sin embargo hace lo mismo que tu, calla todo aquello que le grita su mente y sigue el juego, te invita con la esperanza de que eso te haga reaccionar, pero no funciona, así que al final te deja ir sin más, con el corazón igual de roto que el tuyo.
Mediocre
Cada mañana era igual, el despertador sonaba anunciando la llegada de un nuevo día, al abrir los ojos, lo primero que veía era la espalda de él, que aún dormía, suspirando se levantaba de la cama y se dirigía al baño, tomaba una ducha rápida mientras él se despertaba, una vez fuera cruzaban miradas mientras él se dirigía al baño y ella se dirigía a arreglarse para un día mas de oficina.
Cuando terminaba su arreglo, se dirigía la cocina a preparar el desayuno, no sabía por que seguía tomándose la molestia, pero ahí estaba una vez más en la mesa: Pan tostado, café, jugo y huevo. Y como cada día él solo tomaba un sorbo de café, uno de jugo, una tostada en la mano, un beso sin sentido en la mejilla y la frase “Voy tarde, te veo en la noche”.
Y así viendo por la ventana de la cocina, como sube al carro y se va, fue que tomo el teléfono, se reporto enferma en el trabajo y se sentó en aquel sillón, con las lágrimas cayendo en su rostro. ¿Qué había pasado con aquella pasión que había rodeado su relación? ¿Aquellos momentos cuándo no podían quitarse las manos uno del otro? ¿Había sido culpa suya? ¿De él?
Observo su casa, esa casa que había sido testigo de todos los sueños que habían deseado cumplir, aquella casa que se había escogido de manera cuidadosa, querían que fuera perfecta para formar una familia, que después de todo ese tiempo no había llegado. Una solitaria lágrima rodó por su mejilla, no sería lo mas sano para ambos terminar esa mentira o al menos darse tiempo para replantarse su situación o debía seguir soportando ese amor mediocre que se entregaban por miedo a enfrentar la verdad, al miedo de empezar de nuevo, de conocer gente ¿Por qué hacerlo cuando lo conocido y seguro lo tenían a un lado?
Al fin la monotonía de sus vidas la había alcanzado, al verse reflejada en aquel espejo frente a la sala, con el rostro lleno de lágrimas, sola.
Parte de la decisión estaba en ella, bien podría en ese momento tomar todas sus cosas e irse, dejar solo una nota, explicando como se sentía. ¿Después que haría? No regresaría a casa de sus padres, quienes con su educación rígida y cerrada le dirían que volviera a su casa con su marido, como debería de ser, que el matrimonio era así, que no era como aquellas estúpidas novelas románticas que leía. No, definitivamente ellos no eran una opción.
O tal vez lo mejor sería hablar con él, decirle que ya no se sentía feliz a su lado, que tenía mucho tiempo que no la tocaba, que no le hacía el amor, que se sentía frustrada, si había alguien más en su vida, si era así que se fuera antes de que se siguieran hundiendo en su amargura, en su monotonía.
Recostó su cabeza en el sillón ya no quería pensar, quería regresar a aquella época donde todo era mas fácil y ambos se juraban amarse una y otra vez.
En algún lugar de su mente, escucho una voz conocida que le hablaba, después sintió como unas manos la movían ligeramente, alguien trataba de despertarla, al abrir los ojos, aun con la vista nublada supo quien era, se levanto poco a poco aún adormilada y volteo a la ventana, por la luz que entraba parecía cerca de medio día. Volteo a verlo y le sorprendió lo que sus ojos reflejaron, preocupación.
Él comenzó a explicar algo de hablarle para recordarle un pago, entonces le dijeron que no habías asistido al trabajo y que estabas enferma, hablo a la casa pero jamás contestaste y se preocupo, y entonces llego y te vio acostada con el rostro rojo e hinchado y se asusto. Tú no podías contestarle, lo mirabas como si fuera la primera vez y el volvió a preguntar que había pasado.
Y entonces recordaste los últimos meses, la simplicidad, la monotonía, y explotaste, le dijiste que no eras feliz, que estabas harta de la indiferencia y el vació en el que estaba su relación, que si ya no te amaba te dijera, aunque tu corazón se rompiera, lo proferirías a seguir con esta farsa, que te irías lejos, que le darías espacio para pensar…… y él solo te beso, como solía hacerlo, entregando todo y pidiendo a cambio lo mismo, cuando rompió el beso, pidió que no le dejaras, que sabía que las cosas habían llegado a esa rutina, pero que haría un esfuerzo si tu también lo hacías que mejorarían su relación y podrían empezar los planes de agrandar su familia como lo habían querido.
En aquel momento dudaste, y no sabías que hacer, pero al verlo a los ojos, pudiste asegurar que decía la verdad y que de verdad lo quería. Y ahora, al mirar al pequeño ser que esta entre tus brazos, te das cuenta que hiciste lo correcto, ambos se esfuerzan cada día por no caer en el mismo error, su amor tiene buenos y malos días, pero dejo de hacer un amor mediocre.
El Mar
MARTES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2009
El Mar
El mar inundaba sus sentidos, esa brisa salada que tocaba su rostro, sus pies enterrados en la arena, el sonido de las olas, el calor húmedo de aquella ciudad, aquella luna brillando sobre el agua. Detrás de ella las cosas eran diferentes, el sonido de la música de moda y los gritos y risas de la gente que bailaba en aquella pista de baile encima de la arena, la vista de gente bailando, amigos, conocidos, amantes ocasionales.
Ella misma pertenecía a ese mundo y al mismo tiempo se sentía ajena, sabía que su tiempo ahí era corto, su familia y amigos no se encontraban ahí, pero estaban los nuevos amigos que se convertían en familia. Sonreía a ellos, observaba como bailaban, como coqueteaban con aquel extranjero que buscaba la aventura de una noche, como al bailar, la danza se convertía en una invitación al sexo, como buscando llenar esa soledad que había llegado cuando decidieron mudarse a una ciudad extraña.
Se veía a sí misma moviéndose en la pista de baile, cantando y bailando al mismo ritmo de los demás, mientras aquel extranjero intentaba conquistarla con palabras en un dulce Italiano. Dentro de ella recordaba aquel rostro, de un hombre al que había querido y había roto su corazón, ya que después de varios años llevaba clavado en la mente y en el corazón.
Tal vez aceptaría un beso o dos, tal vez aceptaría compartir su cama solo por esa noche, para mitigar el dolor de su corazón y llenar la soledad, mañana serían dos extraños no se volverían a ver, tal vez recordarían esa noche, tal vez harían como si nada hubiera pasado.
El mar inundaba sus sentidos, esa brisa salada que tocaba su rostro, sus pies enterrados en la arena, el sonido de las olas, el calor húmedo de aquella ciudad, aquel sol que asomaba en el horizonte anunciando un día más.